sábado, 24 de noviembre de 2007
Ruud Tal van Rat: Espíritu lúdico.
Moría de sed su mejor amigo a pasos de una catarata aletargada, había entrado en su boca una hoja de un árbol donde desechaban desde voladores hasta peces que le pedían a los pescadores que los llevaran a defecar ahí. Sed y asqueroso sabor, no podía tragar ni gota, solo algunos buches y nada de devolver agua a la catarata, mejor regar ese árbol lleno de alfileres que simulaba ser cáctus. En el último buche quitose el por ese entonces psicológico mal sabor, y cuando iba a tragar la primer gota en un milenio, según el calendario de escarabajos, solo alcanzó para humedecer la nuez y deshidratarse. Van Rat sabía que el final era ineludible, por eso hacía tiempo tenía preparado un balde de agua paradójica para arrojarle a su amigo recién ido. Van Rat se comunicó en el mismo día con los familiares para invitarlos a un gran banquete en el que enseñaría a todos a jugar a un juego en el que todos debían hacer malabares para mantenerse acostados en el suelo. Aprovechó para ubicar a su mejor amigo en el plano que lo mostraba como el mejor equilibrista, y darle una muerte decorosa y rodeada de trofeos que nunca hubiera ganado porque nunca en la historia se le dieron trofeos a los panaderos.
domingo, 11 de noviembre de 2007
miércoles, 7 de noviembre de 2007
Ruud Tal van Rat: Descortesía.
Estaba acostado, ocupando dos asientos, casi recostado. Viajaba en una lancha interisleña repleta de embarazadas que estaban paradas y con palpitaciones. Los ojos apuntalaban a Van Rat para que ceda el asiento, pues era el único ser que no estaba engendrando. Las miradas lo ponían algo nervioso, no quería dejar de estar recostado, mucho menos ceder su lugar a una mujer embarazada. Observó entonces que un enano entraba en la lancha, se levantó y dejó su asiento disponible para el pequeño que no podía subirse porque le quedaba muy alto, Van Rat se echó a reír, motivando la marea de insultos inaudibles por el sonido de ese motor primitivo. No podía detenerse, hasta que sí, entonces gritó y sacó una espada de su bolsillo, cortando el asiento a mitad de altura y duplicándolo, el enano se sentó con comodidad, y una embarazada se dejó caer. Van Rat una vez parado, quería sentarse en el lugar del chofer que iba escuchando una melodía espantosa, puso un almohadón en su panza, parecía todo un embarazado, el conductor regaló el asiento. Los pasajeros reían, y se sacaban sus almohadones, el enano se ponía de pie y aplaudía, Van Rat no sabía conducir y se estrellaba contra el muelle. Van Rat era el único sobreviviente.
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