viernes, 7 de diciembre de 2007

Cazar Luciérnagas.

-Evitar la luz hasta el crepúsculo.
-En caso de querer atraparlas en pleno día, considerar la construcción de una estructura sin ventanas dentro del hábitat.
-Observación: Es interesante la familiaridad entre luciérnagas y vampiros. Ambos existen en plena noche, pero una colonia de luciérnagas encendidas fundiría al vampiro.
-Observación segunda: La diferencia de los efectos que la luz impone a vampiros y luciérnagas, varía de la inexistencia a la intrascendencia.
-Las luciérnagas pueden ser amaestradas como cazadoras de vampiros, para esto deberán dormir sobre dientes de ajo y resignarse a vivir en suciedad. Hay quienes buscan que las luciérnagas empuñen estacas, yo creo que estas son muy pesadas para las luciérnagas.
-Las luciérnagas son vegetales que realizan un proceso de fotosíntesis inverso.
-La declaración anterior queda refutada por la localización de luciérnagas herbívoras.
-Los fuegos artificiales nacen como monumento a las luciérnagas caídas.
-En épocas de festejos navideños las luciérnagas asisten a los hospitales heridas por sus propios monumentos.
-El negocio de riñas de luciérnagas es completamente ilegal, Y se considera para estos casos una sanción que afectara al infractor que no podrá acercarse a más de 400 metros de distancia de una luciérnaga.
-Tome la luciérnaga con la mano y sueltela diez segundos después, huela sus manos y notará la enorme deuda que tiene la humanidad con ellas.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Crítica al sistema penitenciario y otras formas alternativas de libertad; y además acerca de esos planes magistrales arruinados por la cotidaneidad.

El pájaro peregrina mas hay techo, camina y picotea el suelo. Lo creen hambriento, el suelo se llena de maíz, el suelo se vuelve un pozo, el pozo se llena de maíz. Indigestión que lo enfurece, picotea el techo, da vuelta la jaula de un golpe de alas y escapa por el pozo. Vuela, se fatiga, camina el árbol y el ala queda incrustada en la rama del tronco.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Ruud Tal van Rat: Espíritu lúdico.

Moría de sed su mejor amigo a pasos de una catarata aletargada, había entrado en su boca una hoja de un árbol donde desechaban desde voladores hasta peces que le pedían a los pescadores que los llevaran a defecar ahí. Sed y asqueroso sabor, no podía tragar ni gota, solo algunos buches y nada de devolver agua a la catarata, mejor regar ese árbol lleno de alfileres que simulaba ser cáctus. En el último buche quitose el por ese entonces psicológico mal sabor, y cuando iba a tragar la primer gota en un milenio, según el calendario de escarabajos, solo alcanzó para humedecer la nuez y deshidratarse. Van Rat sabía que el final era ineludible, por eso hacía tiempo tenía preparado un balde de agua paradójica para arrojarle a su amigo recién ido. Van Rat se comunicó en el mismo día con los familiares para invitarlos a un gran banquete en el que enseñaría a todos a jugar a un juego en el que todos debían hacer malabares para mantenerse acostados en el suelo. Aprovechó para ubicar a su mejor amigo en el plano que lo mostraba como el mejor equilibrista, y darle una muerte decorosa y rodeada de trofeos que nunca hubiera ganado porque nunca en la historia se le dieron trofeos a los panaderos.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Reciclaje lumínico.


Faroles de exótica ciudad flotante con sus respectivos casinos terrestres.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Ruud Tal van Rat: Descortesía.

Estaba acostado, ocupando dos asientos, casi recostado. Viajaba en una lancha interisleña repleta de embarazadas que estaban paradas y con palpitaciones. Los ojos apuntalaban a Van Rat para que ceda el asiento, pues era el único ser que no estaba engendrando. Las miradas lo ponían algo nervioso, no quería dejar de estar recostado, mucho menos ceder su lugar a una mujer embarazada. Observó entonces que un enano entraba en la lancha, se levantó y dejó su asiento disponible para el pequeño que no podía subirse porque le quedaba muy alto, Van Rat se echó a reír, motivando la marea de insultos inaudibles por el sonido de ese motor primitivo. No podía detenerse, hasta que sí, entonces gritó y sacó una espada de su bolsillo, cortando el asiento a mitad de altura y duplicándolo, el enano se sentó con comodidad, y una embarazada se dejó caer. Van Rat una vez parado, quería sentarse en el lugar del chofer que iba escuchando una melodía espantosa, puso un almohadón en su panza, parecía todo un embarazado, el conductor regaló el asiento. Los pasajeros reían, y se sacaban sus almohadones, el enano se ponía de pie y aplaudía, Van Rat no sabía conducir y se estrellaba contra el muelle. Van Rat era el único sobreviviente.

lunes, 29 de octubre de 2007

Lamen clavos, escupen óxido.

(Zoológico de Amazonas. Septiembre de 1839, centenario negativo de la Segunda guerra mundial)

jueves, 18 de octubre de 2007

Ruud Tal van Rat: Mecánica y psicología.

Sus escritos estaban escondidos en una caja de fósforos gigante de cartón en la que podían entrar dos mil doscientos veintidós de las maderitas chocadoras, además ahí tenia el lugar suficiente para que también ingresaran cartas de dudosa persistencia temporal, de esas que uno no sabe en que momento necesitará quemarlas.
Un cerrajero le aconsejó a Van Rat que guarde bajo llaves la enorme caja, no le pareció mala idea, así compró trescientas llaves que llevaron hasta su casa en un doble carruaje, empujado por leones y caballos, sacando la fuerza de unos y la velocidad de otros; por supuesto que bien domados debían estar para no pelearse entre sí.
Bajó el guardia y miró con desconfianza a Van Rat, no encontraba motivos para que alguien haga tamaña adquisición. Van Rat pagó y el guardián se fue, no sin antes encargar a su acompañante que prestara atención disimuladamente a que es lo que hacía con las llaves.
Van Rat bajó hasta el sótano y tiró con violencia las llaves arriba de la caja, dejándola debajo de las pesadas abridoras.
En aquellos tiempos (no se sabe precisamente de que años estamos hablando, solo que aún no existían los automóviles) él trabajaba vendiendo calendarios artesanales, muchos compradores venían a quejarse porque siempre olvidaba el último día de cada mes; Van Rat solía responder: “¡Idiotas! No olvido ningún día, solamente le doy una nueva entidad al último día del mes, dotándolo de 48 horas, se trata de pequeñas agonías”. Volvió un día de pocas ventas algo desfasado, solamente quería asegurarse que la caja esté ahí, bajó a los tropezones dinámicos las escaleras y al dar con el sótano encontró un gran agujero en el suelo, la caja ya no estaba. Pensó quien podría habérsela llevado, desconfió del guardián que debió haber razonado: “Alguien que esconde algo bajo trescientas llaves debe esconder algo valioso”, pero, era muy cobarde el guardián, a pesar de que tenía algunos amigos bastante audaces que podrían haberle servido. El principal sospechoso era el mecánico de carretas.
Van Rat comenzó a leer libros acerca de cómo arreglar carretas y algunos libros de magia que decían como hacerlas desaparecer. Una vez que tuvo bastantes cosas aprendidas fue a pedir empleo al mecánico que no dudó en tomarlo. Van Rat pensó en la manera de recuperar sus escritos, pero siquiera llegó a pensarlo, cuando entró el mecánico y le dijo: “Esto es tuyo, me mando a robarte el guardián, pero tu obra me parece realmente una porquería”.
Van Rat lloró durante dos años y se hizo conocido como “el hombre que llora en el taller”, distintos psicólogos se movilizaron para ayudarlo, pero Van Rat se burlaba de ellos contándoles problemas que no le sucedían a él, sino a un filósofo hipocondríaco; el psiquiatra lo inyectó y lo internó en un manicomio.

jueves, 11 de octubre de 2007

Ruud Tal van Rat: Bigamia platónica.

Era un grupo de griegos bastante anacrónico y regresionista. Vivían ellos recluidos en una simulación del Partenón que habían construido en el patio de la casa del joven que cantaba tango en portugués. Las fuentes de ingreso alimenticio provenían de la venta de postales del falso Partenón por vía computarizada; les alcanzaba para comer bien, y darse algunos lujos como la crema de enjuague para el melenudo del grupo.
Van Rat golpeó la puerta de ese hábitat ofreciéndoles bolsas de residuos, ellos le dijeron que no tenían dinero, pero si fuera tan amable de darle cinco bolsas, a cambio podría quedarse a vivir.
Para ellos fue un excelente negocio, porque al ensuciar tan poco, cinco bolsas podían alcanzarle para toda la vida.
Van Rat quedó sorprendido al ingresar en la casa, y encontrarse con una cultura anticuada, era como si ellos estuvieran viviendo cuando Platón, pero con algunos vicios como las golosinas de goma y los cáliz de los que bebían con bombillas. Al margen de esos pequeños detalles, era una micro-sociedad organizada bajo los preceptos del idealismo platónico.
Se adaptó velozmente a su nueva vida, él era el encargado de barrer, y por ser recién llegado lo trataban como si fuera un buceador nocturno.
El error, una joven de cuerpo tatuado lo enamoró, eso se notaba en brillo de los ojos que parecían madera recién lustrada; el amor no fue correspondido, pero eso no lo hizo cambiar de parecer.
Estaba sentado en el piso en posición casi meditativa, cuando pasó la mujer tatuada, lo saludó y presentó a su hermana menor, que era idéntica pero con una arruga menos. Van Rat se volvió a enamorar, pero su memoria prodigiosa no le permitió el olvido de ningún sentimiento
La corte observando el caso, declaró a Van Rat “Bígamo Platónico” y lo condenó quitándole todos sus ideales.

domingo, 7 de octubre de 2007

Ruud Tal van Rat: Deportista.

En el año 1967, Van Rat deja de escuchar la música psicodélica que solía escuchar en el 1900 y se acerca a la música clásica. Por aquél entonces compró terrenos en El Cairo-Egipto, e intento construir allí un océano artificial. De la lista de elementos que debía conseguir, solo consiguió arena, por eso el agua marítima debió sustituirla por un gran secador que ocupaba miles de kilómetros de territorio, y simbolizaba que alguna vez ahí hubo un mar. Para la construcción de tamaña empresa contrató un arquitecto y dos vendedores de manzanas acarameladas, que eran los encargados de recordarle la feliz infancia al arquitecto.
Van Rat en un intento por dar un vuelco turístico a su creación, construyo estadios de tenis sobre la arena. El plan fracasó, los turistas enamorados por las bellezas del ambiente, lentamente se fueron radicando, construyendo sus viviendas, y arrancando las redes de tenis, para convertirlas en herramientas de caza, y atrapar escarabajos en la arena. Van Rat sin saber que hacer con las raquetas y las pelotas, empezó a golpear con furia hacia el aire las esféricas, lentamente se fue incorporando gente con raquetas, repitiendo la acción de Van Rat pero respetando los turnos. Van rat denominó a este deporte “Tenis aéreo”.
En el 1969 Van Rat abandona aquellas tierras con un ojo morado producto de la imprudencia de un novato que lo golpeó con una raqueta, envuelto en una bandera y entonando un himno que nadie quiso adoptar por la clara apologética al dulce de membrillo.

viernes, 5 de octubre de 2007

Ruud Tal van Rat: Carnívoro.

Cuentan que estaba Van Rat charlando acerca de comestibles en el “Palacio del mal gusto”, cuando irrumpieron los señores transpirados: “¡No nos hables de comida a la hora de escupir y eructar, nos das asco, asco, ahora no vamos a poder seguir comiéndonos las uñas con todas esas cosas hermosas que decís de la comida, fuera Van Rat, fuera(a coro)”. Se fue Van Rat pero no sin antes, ejecutar la correspondiente venganza, dejando flores de olor enamoradizo y una horrible loción barata, que ante tanta repugnancia, parecía un refinado perfume Uzbeco.
Fueron a seguir su charla en el zoológico, más precisamente en la sala de anfibios, en la que nadie solía entrar y pocos eran concientes de su existencia, pues el recorrido terminaba para la mayoría en el tigre bengala enano, que no era otra cosa que un gato montés teñido de blanco.
El amigo de Van Rat empezó a contar la anécdota que lo llevó a hacerse vegetariano, “Probé la carne y no me gustó, son más ricos los vegetales, los animales prefiero cazarlos con el rifle y hacer tapados de piel”, mientras tanto Van rat explicó porque era carnívoro: “Si comemos vegetales, no vamos a tener de que respirar, y entonces solo va a quedar carne, y los carne que sepan de ciencia, van a convertir carne en vegetales, algunos los van a usar para respirar por un tiempo, otros solo serán comida rápida, y los que se usan para respirar a la larga van a ser comidos”.
Van Rat a partir de entonces, dejó de considerar amigo a quien lo acompañaba, y lo invitó a que se fuera rápidamente, arrojándole sapos rojos por la cabeza; el guardia apresó temporalmente a Van Rat.

lunes, 1 de octubre de 2007

Postal enviada en su última correspondencia.


(Nieve roja, imágen tomada en ciudad daltónica, 18 de Marzo de 1994)

Acerca de Ruud Tal van Rat.

Difícil dar con un orden cronológico en su obra que jamás fue editada en papel para luego ser vendida. Sus esbozos literarios, solamente han llegado vía correspondencia entre el año 1825, y el 30 de Septiembre de 2007. Azarosamente enviaba su obra a distintos lugares del planeta en cartas que parecían más bien amenazas por el oscuro color del sobre en el que estaban encapsuladas. Solo una copia en cada idioma, que se desintegraba luego de ser leída. Por eso solamente algunos memoriosos reproducen lo que alguna vez leyeron, pero imposible saber que tan fiel puede ser. Científicos adinerados de Corea buscaban métodos y formulas para que el papel no se desintegrara. Otros rieron y dijeron que la solución era sencilla, leer en voz alta la obra, grabarla en una cinta mientras es leída, y luego volver a escribirla; pero no, no era posible, cuando se intentaba oír la cinta, solo se escuchaba la risa de Tal van Rat intercalada por un conteo de avestruces. Ciertos críticos literarios, que por cierto, no han leído su obra, se han aventurado a decir que Van Rat es una persona que padece de insomnio.
Los escépticos de cafetín, suelen decir que nunca existió, que nada deja de perecer luego de ciento setenta y siete años; los escépticos moderados dicen que murió hace tiempo y dejó alguien para que siga con las correspondencias. De ser así, me apenaría mucho, porque me hubiera gustado estar en su funeral, no por ser de él, sino porque nunca fui a uno, y me gustaría saber como son.